Día 3. Tierra a la vista, nos acercamos a las Islas Shetland del sur. 15 de Noviembre de 2016.
Pasaje de Drake
VIENTO: 30n SO TEMP: -2ºC
Después de las dos primeras noches a bordo del M/V Ushuaia, creo que mi cuerpo ya se estaba acostumbrando a el Paso de Drake, y a este continuo movimiento del barco. Es cierto que dichos movimientos eran más soportables en cubierta, ya que en el interior era distinto, pero donde ya era una verdadera aventura, era en el comedor donde nos sentábamos para comer, desayunar y cenar. Es curioso como todo en el comedor esta controlado para estas situaciones, y si no te lo has preguntado nunca hoy será el primer día. Desde coger un simple café y llevarlo a la mesa con el continuo vaivén, hasta el poder comer entre ese continuo que viene y va, dónde veías el mar y dejabas de verlo en instantes. Todos estos movimientos fueron soportables, pero ya llegaba un momento en el que deseabas ver tierra, deseabas salir a cubierto y empezar a ver aquellos pedazos de hielo, islas, tierra en general. Es decir sentirte un explorador y poner tu mente en aquellas épocas de 1900 y sentir lo que sintieron aquellos navegantes al llegar a las Islas Shetland del sur. Con la ligera ventaja de que yo sabía dónde iba y cuando llegaría más o menos.
Para este tercer día, nos levantamos bastante temprano, sobre las 8:00 de la mañana ya estábamos desayunando. Estaba bastante nervioso y a la vez muy inquieto y feliz. Hoy era el día donde avistaríamos tierra, y empezaríamos a ver los primeros trozos de hielo y las Islas Shetland del Sur.
Dichas Islas están a 120 kms más o menos de la Peninsula Antártica, es decir que cuando estuviese cerca de dichas Islas ya faltaría menos para llegar a mi sueño Antártico. El punto más alto de las Islas Shetland del sur, es el monte Irving, con una altura de 1950 metros y está localizado en la Isla Clarence.
Antes del almuerzo tendríamos una charla sobre «Pingüinos», serviría para aprender mucho acerca de estás simpáticas aves no voladoras que pueblas la Antártida. Según seguía pasando el tiempo más ganas aumentaban de empezar a ver las Shetland del Sur. Parecía que el tiempo no pasaba.

Se notaba que ya estábamos cerca, se podía intuir.
Después de comer, Agustín, nuestro líder de expedición nos ofreció una charla acerca de «Tierra de récords» en la cual se pudo aprender sobre muchos detalles y particularidad de este continente enigmático al sur de nuestro planeta. Se hizo una porra, para intentar acertar cuando se vería tierra, poniendo cada uno una hora alternativa de cuando sucedería. Sin duda sería difícil atinar en que hora estaríamos cerca. Más tarde nos explicaron información acerca de nuestras actividades y la forma de comportarnos en la Antártida, también sobre la actividad en las zodiacs, sobre seguridad y sobre el comportamiento que debíamos de tener con la fauna antártica. Y nos proveyeron de las botas de goma y los respectivos chalecos salvavidas y obligatorios para cada salida a dichas tierras tan australes. Guardamos toda nuestra ropa de desembarco, botas y chaleco salvavidas para el siguiente día que era cuando haríamos nuestro primer desembarco a tierra, en la Península Antártica.
PERO CUANDO MENOS LOS ESPERABAMOS….TIERRA, LAS SHETLAND DEL SUR.

No se cual fue mi primera impresión sobre este lugar, pero es de esos momentos donde no sabes donde mirar. Esos momentos en los que estás tan perplejo que dices ¿Pero esto es verdad? Es cierto que según avanzábamos la cosa se iba poniendo más interesante, al principio empezamos a ver pequeños trozos de hielo, pero luego poco a poco se podían ver imágenes que quitan el «Hipo». Nunca olvidaré mi primer avistamiento de tierra. En concreto las Shetland del sur.

La experiencia de poder contar estos momentos, es algo único y especial. Estaba tan nervioso que había momentos que te olvidabas de disfrutar de lo que realmente importaba que era el lugar. Estaba entrando en las Shetland del sur, estaba empezando mi sueño.

Se podía ver como poco a poco los pequeños témpanos de hielo iban siendo más grandes, cuando nos íbamos acercando a tierra la impresión era diferente. No quería saber cual sería la sensación de llegar a la Península Antártida, o de cruzar el estrecho de Antartic entre otros… Muchas veces soñamos con lugares como estos, pensando que nunca los veremos en directo, antes tus propios ojos, y cuando realmente ocurre, piensas para ti, he logrado aquello que tanto perseguí, he logrado ese sueño que parecía una barrera tan grande.

Quiero pensar lo que sintieron aquellos exploradores como Amundesn, Shekleton, Scott, o Nordenskjöld cuando pasaron por aquí. Muchas veces trato de poner mi mente en ese lugar, retroceder a 1902, pensar en todos esos libros que he leído de expediciones y decir madre mía, en cierta parte estoy explorando. En cierta parte soy un explorador del siglo XXI. Pero claro estás cosas solo ocurren cuando salimos de nuestra zona de confort y cuando hacemos una vida llena de rutas y no de rutinas.
Por un momento deje de soñar, me subí más arriba del barco, para intentar captar algo único, algo entrañable y recordar para siempre mi avistamiento de las Shetland del sur.

Desde luego podría tirarme horas y horas hablando sobre este día, pero es hora de pasar de momento, es hora de seguir narrando la aventura. Según avanzábamos la cosa se ponía interesante, pero también debiamos volver dentro para la cena. Se notaba que el mar poco a poco ya estaba más calmado, estábamos en una tregua ya. Estábamos en el Mar de Flota, el estrecho que separa el grupo de las Islas Antárticas y la Península Antártica. Se notaba que estábamos muy muy cerca de nuestro primer desembarco a tierra. Pero antes de retirarme a mi camarote decidía plasmar algunos recuerdos más, decidí marcar lo que sería un día único. Recuerda que en estás fechas aquí empieza el verano y los días son muy muy largos, y el salir a cubierta tarde tenía siempre su recompensa.

Poco a poco el día tocaba a su fin, poco a poco tocaba despedirse y volver hacía el camarote y soñar con el siguiente día. Las recompensas a veces tan solo es cuestión de esperar un poco.
Fui consciente del momento que estaba viviendo, en el lugar en el que estaba y sobre todo las imágenes que tenía delante de mí. Hay momentos en la vida que son de un solo paso, creo que este es uno de ellos. Se pueden repetir viajes, volver a lugares que te han encantado, pero repetir sentimientos y emociones? Creo que es difícil. Porque lo que puedes llegar a sentir, es sumamente increíble. Después de reflexionar en cubierta mirando como el sol caía, me dispuse a sacar algunas fotografía más. Sacar esos momentos inolvidables.



LA LLAMADA MÁS CORTA Y CARA DE MI VIDA
Entre tanto paisaje, entre tanto ir y venir de emociones seme olvidaba por completo el cumpleaños de mi hermano. Aún a más de 18.000 kms de casa no se me olvidaba dicho día. Pude contactar con mi casa, pude contactar mediante el teléfono satélite y poder hablar con mi familia y hermano 1 minuto…Si has leído bien 1 minuto. El coste de la llamada era de 5$ el minuto. Contacte y lo primer que pude decir fue: Ya estoy llegando, ya estoy llegando. Mi ilusión era enorme tanto por contarlo como por expresarlo. Me desearon suerte y mucho animo. Ahora podía volver al sueño de las Shetland del Sur.


Se podía sentir que estábamos muy cerca, solamente a unas horas de mi primer desembarco a tierra. Cerré mi mochila, guarde mi cámara y me fui a mi camarote.

634, UN LUGAR DONDE PUDE SOÑAR
Mañana sería un gran día, de eso estaba claro. Sería de esos días donde sabes que nada puede ir mal, donde intuyes que lo estás consiguiendo. Estaba a unas horas, me separaba tan solo unas horas, unas millas náuticas y una gran espera. Observando mi última foto, donde pude ver el lugar tan inmenso que estaba a punto de explorar. ¿Cómo será el resto? Fue la pregunta que más veces me iba a repetir durante los próximos días. ¿Que me iba a encontrar? ¿Cómo sería mi siguiente día? ¿Qué vería? De esos momentos donde no puedes esperar.

Cerré los ojos y me dispuse a soñar. Tan solo estaba a unas horas me dije…El crujir de las maderas me volvía a acompañar, pero estaba de forma muy suave. El paso de Drake ya había pasado.
Si te ha gustado, puedes seguir leyendo mi historia por el continente blanco en el Día 4, pinchando aquí.
“Las personas no deciden ser extraordinarias.
Deciden realizar quimeras extraordinarias.”
-Sir Edmund Hillary
Una milla más, nos vemos viajando.
¡Que viaje tan impresionante!
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Fue un viaje tan lleno de energía y paisajes salvajes que jamás seme olvidara.
Gracias por tu comentario.
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Qué maravilla de aventura y qué bueno leerte. Los paisajes parecen de videojuego o de película… Impresionantes rincones. ¡Un abrazo!
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Sin duda recordar aquellos momentos hace ver que aquello que vi fue increíble como comentas. Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo y saludo!
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